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De cuando le dio el cuero…

El alborotado almanaque argentino de 1972 iba consumiendo sus últimas hojas, cuando recibió un estruendo mayúsculo aquel 17 de noviembre. A las 11:09 de la mañana, Juan Domingo Perón regresó al país luego de un exilio que había tenido su punto de partida en 1955, al ser derrocado por la autodenominada “revolución libertadora”. En el mes de julio, el Presidente Alejandro Lanuse había dicho una frase que entró en la historia y fue un desafío: “Perón no vuelve porque no le da el cuero”… La portada del diario Crónica del día siguiente comenta los detalles más salientes y de allí se recorta claramente una foto que es una de las más conocidas de la historia argentina contemporánea: a escasos instantes de descender de la escalerilla del avión, el expresidente es guarecido de la impiadosa lluvia por un paraguas portado por José Ignacio Rucci, Secretario general de la CGT. Se abría un nuevo tiempo

Estos minutos del video son un exacto resumen con muy buen material de archivo, de los que se vivía por esos tiempos

Desde las últimas horas del jueves 16, distintos grupos de manifestantes se comenzaron a agrupar en los más diversos puntos de la Capital y los alrededores. Por supuesto que las provincias también tenían sus contingentes y todos sabían que iba a ser muy difícil el contacto con el General, ya que el gobierno de Lanusse había dispuesto nada menos que 20.000 efectivos rodeando Ezeiza y 10.000 en la Capital Federal. Una verdadera locura. Muchos se enteraron por las radios portátiles que Perón ya estaba de nuevo en su patria. Cuando el avión aterrizó, el comodoro Julio Salas (Jefe del aeropuerto) subió a la nave, saludó fríamente al ex presidente y le expresó: “Usted puede descender acompañado únicamente por tres personas para ir al Hotel Internacional. O puede elegir quedarse en el avión o regresar. Con su impronta característica, el viejo líder respondió: “¿Y a qué hemos venido si no es a bajar”

La jornada del viernes 17 de noviembre había sido larga y extenuante, con todo tipo de versiones. Nunca quedó del todo claro cuanta “libertad” de movimientos tuvo Perón, tal como aseguraba el gobierno. Lo cierto es que con las primeras luces del sábado 18, toda la comitiva puso proa hacia la ciudad de Vicente López, más precisamente a la calle Gaspar Campos, donde el partido justicialista había adquirido una casa para el general. En la puerta de ese domicilio, fue tomada esta fotografía, donde el líder esta rodeado por José Ignacio Rucci y alguno de los hombres de su cuestionada “custodia personal”… Nótese que Perón viste de traje, pero en lugar de zapatos, tiene unas cómodas pantuflas. Por esta situación, horas antes frente a los periodistas, había inmortalizado otra frase: “Necesito descansar porque hace tres días que no me saco los botines”.

Demasiados símbolos/hechos/personajes de la historia del peronismo en una sola foto. A los tres días de haber arribado Perón al país, la multitud no cesaba frente a la puerta de la calle Gaspar Campos. Por eso, el lunes 20 por la tarde, su esposa Isabel Martínez salió a una de las ventanas, portando un retrato de Evita en compañía de Héctor Cámpora, por entonces, delegado del líder. ¿Como analizar este documento? Gran parte de lo que sucedería en los años posteriores está allí. En el mes de diciembre de 1972, para sorpresa de muchos, Perón eligió a Cámpora como candidato del justicialismo para las elecciones de 1973, donde él no podía presentarse. El “tío” ganó, asumió el 25 de mayo, pero dejó el cargo en condiciones poco claras el 13 de julio. Apenas tres meses más tarde (12 de octubre) Perón se sentó por tercera vez en el sillón de Rivadavia, pero falleció el 1 de julio de 1974, dejando en el cargo a quien era vice, su esposa María Estela “Isabel” Martínez, cuyo (des) gobierno fue calamitoso y abrió las puertas al sangriento proceso. Las esquirlas de todo lo aquí citado, llegan hasta nuestros días…



Publicidades retro: “Pegame con la plancha”


La década del ´70 fue pródiga en muchas novedades con respecto a la moda, teniendo como ícono (quizás) los pantalones oxford. Pero algo que había logrado imponerse eran los estampados en las remeras, siendo estos palabras, imágenes, dibujos, personajes, etc. Comenzaron a proliferar diversos comercios dedicados a este fin, pero allá por 1977, una empresa decidió ir más allá y explorar el mercado con esta “super novedad” (tal como reza el aviso).

Esta buena nueva no era ni más ni menos que la posibilidad de hacer los estampados en casa, invitando a los clientes bajo el lema: “Poné en tu pilchas tu toque personal”. Lo extraño es el nombre del producto, intitulado: “Pegame con la plancha”. A primera vista (o lectura) suena agresivo, más cercano a un golpe hirviente que a una tendencia de la moda. Dados los magros resultados, la novedad no prosperó y quedó en el arcón de los recuerdos, pero su nombre merece estar en la galería de lo inolvidable…