La portada de La Nación del día siguiente al acto (31.03.1982) es elocuente. Por un lado, los incidentes y por otro, la situación en el Atlántico Sur. Horas decisivas en nuestra patria en marzo de 1982.
Ya habían pasado (y largamente) los buenos tiempos para el proceso militar, que escasos días antes había cumplido seis años en el poder. Los planes económicos perpetrados por Martínez de Hoz y sus seguidores, ya habían dejado un enorme tendal de desocupados y la situación social era como una olla a presión.
Parecían lejanísimas las épocas de la plata dulce y del “deme dos”, cuando los argentinos arrasaban con todo en Miami. También ya era un recuerdo la célebre frase del Ministro de economía que sucedió a don José Alfredo, Lorenzo Sigaut, que pronunció aquella histórica sentencia: “El que apuesta al dólar, pierde”. Gran parte de la población le hizo caso, mientras que otra apostó al dólar y, obviamente, ganó.
Lorenzo Sigaut jura como Ministro de Economía de Roberto Viola el 1 de abril de 1981. Su desafortunada frase quedó en el recuerdo y marcó su gestión: “El que apuesta al dólar, pierde”…
Videla, ya le había dejado paso a Viola y este, casi sin ser consultado, le cedió su sitio a Galtieri, en medio de un enorme desprestigio del poder que ostentaban las Fuerzas Armadas. Con ese clima de descontento social, el martes 30 de marzo de 1982 la CGT decidió una marcha a la plaza de Mayo como medida de protesta y disconformidad hacia el gobierno.
La tapa de Crónica del martes 30.03.1982 mostraba lo que se vivía. En capital (con la marcha), en Malvinas (con los inicios del conflicto) y en todo el país (con la desocupación).
Desde el poder se realizó una advertencia sobre la vigencia del estado de sitio, que no fue oída por los dirigentes sindicales y los trabajadores, que marcharon y coparon la plaza por primera vez desde el 24 de marzo de 1976. La policía no dudó en reprimir y hubo serios disturbios, con detenciones incluidas (entre ellas la de Saúl Ubaldini, Secretario General de la CGT).
Pero como nuestro país es muy especial, apenas cuatro días más tarde, el sábado 3 de abril, la misma plaza se vio nuevamente copada por manifestantes, pero que en este caso iba a vitorear al mismo gobierno que había sido insultado horas antes. En el último y nefasto manotazo para salvar lo insalvable, las Fuerzas Armadas habían tomado la decisión de invadir las Islas Malvinas el 2 de abril, con el fin de recuperarlas. Espontáneamente, muchísima gente se dio cita el día siguiente para escuchar las exacerbadas y por momentos poco claras palabras de Leopoldo Fortunato Galtieri.
Rodeado de un mar de adeptos, Leopoldo Galtieri, camina victorioso entre el público que minutos antes lo ovacionó con el discurso que brindó desde los balcones de la Casa de Gobierno.
¿Cómo se entiende esto? ¿Cómo pudo ser que mucha gente haya estado en el mismo sitio con escasas horas de diferencia, en contra y a favor del mismo gobierno? La explicación más simple y que se resume en una sola palabra es: argentinos. Pero mejor, que lo explique Tato Bores, el gran cómico (y analista) nacional…