Con la inconfundible figura del mono relojero, que durante muchos años (y generaciones) acompañó a la revista, Billiken se sumaba al inicio del ciclo lectivo 1974 con la simpática pizarra “anotatodo” (que venía con la esponjita para poder borrar) y un juego de dominó. Aulas peronistas, diría un fanático del movimiento, ya que era la primera vez que comenzaban las clases con Juan Domingo Perón en el poder desde 1955.
El aviso de Billiken de 1975 decían que las cosas estaban cambiando, pero el contenido del inicio del mismo en nada se diferencia para los que somos padres en este siglo XXI: “Comienzas las clases, un día clave para todos: los chicos, los padres, los maestros. Y una ardua tarea en común: aprender, educar, enseñar”. La revista intentaba modernizarse y en ese proceso, dejaría atrás en el correr de aquel año al inolvidable mono relojero…
El tormentoso verano de 1976 (no solo en lo climático, sino también en lo político) tuvo su inicio de clases acompañado por una edición “super extraodinaria” de Billiken, cargada de cosas: mapa gigante de Argentina (110 x 74), datos del país, papel para forrar, juego de letras, rollo de cinta adhesiva y miles de cosas más.
Y esta me toca bien de cerca, ya que comencé Primer Grado en 1979 y la revista que corresponde a este anuncio salió a la calle al día siguiente de mi primer día de clases. Ya el color había ganado los avisos de Billiken, la tipografía era otra y, sin dudas, fue de una gran ayuda en aquellos años iniciales de colegio.