Pocos inicios de campeonato estuvieron rodeados de tanta expectativa como aquel de la temporada 1988/89, que comenzó el domingo 11 de septiembre de 1988. Ante un colmado estadio de Vélez, River con inusual pantalón blanco para la época, ingresa al campo de juego para enfrentar a Platense, encabezado por Daniel Passarella, que volvía al fútbol argentino, tras su exitoso periplo por tierras italianas. Varios debutantes en el club de Núñez lo acompañan en esta postal para el recuerdo: Gerardo Reinoso (11), Fabián Basualdo (4), Claudio Borghi (10), Carlos Enrique (detrás del capitán), Ángel Comizzo (1) semitapando a Abel Balbo (7).
A tan solo 8 minutos de haberse iniciado el match en Liniers, con este remate de derecha, Marcelo Espina abría el marcador a favor de Platense ante River, asombrando a todos. La compra de ¡17 jugadores! del mejor nivel, más la contratación de Menotti como entrenador, preanunciaba una temporada de sueños para los “millonarios”. Nada de eso ocurrió, fue más bien una pesadilla…
El humilde, pero ordenado equipo de José Ramos Delgado se impuso ante la suntuosidad de apellidos de su rival. Por aquellos años, Platense se había convertido en una especie de “verdugo” de los equipos grandes. Este inesperado traspié, fue como un aviso de la aciaga campaña de River, que depositó muchas esperanzas (y billetes) en su plantel y entrenador y sólo recogió una temporada para el olvido…
Las mismas ilusiones que habitaban en los hinchas de River, estaban presentes en los de Boca, que colmaron su estadio para un debut que se presentaba tranquilo ante Deportivo Armenio. La expectativa por ver los debuts de Marangoni, Perazzo y el regreso de Tapia se vio ensombrecida por una derrota 0-1 con el gol que muestra la foto, donde se aprecia a un desacomodado Hugo Gatti, al tiempo que Sergio Silvano Maciel entraba en la historia. No por marcar ese tanto, sino porque le birló la pelota al genial arquero, en lo que fue su jugada condenatoria. Ese error le cerró una carrera de 26 brillantes años en el profesionalismo.
Una pieza de colección: los once jugadores de Deportivo Armenio que se graduaron en la leyenda por vencer a Boca en la “bombonera”, en el que será por siempre recordado como el último partido de Hugo Gatti. Parados: Espíndola, Kuchen, Ítalo Ortíz, Gándaras, Gallardo y Sarmiento. Agachados: Gardarían, Adrián Fernández, Maciel, Oudokián y Lorenzo Frutos.
Un clásico de la revista “Sólo Fútbol” de esos años era mostrar a los debutantes de cada club. Detrás de Barberón puede apreciarse a Claudio Marangoni y un extaño número 8 en su espalda. Fue la única vez que utilizó ese número en Boca, ya que desde el partido siguiente (nada menos que contra River), volvió a lucir el que era parte de su anatomía: el 5. El “vasco” Olarticoechea, volvió a Racing luego de seis años, con su regularidad histórica.
Con su acostumbrada violencia, Wálter Fernández perforó la resistencia de Esteban Pogany, marcando el segundo gol de Racing, en la victoria 2-0 sobre San Lorenzo en campo de Huracán. Detrás del ejecutante, con el número 11 en su pantalón se aprecia a Néstor Gorosito, que debutó en el “ciclón” por AFA en esa jornada. En esos momentos, y luego de un comienzo poco alentador, nadie podría imaginarse que “Pipo” sería uno de los más grandes ídolos del club. También en ese match, hizo su presentación local, otro futbolista que le daría enormes resultados: Alberto Acosta.
Luego de una floja temporada 1987/88 (partida de Pastoriza incluída), Independiente arrancó este certamen en silencio. A la sombra de los grandes refuerzos que sumaban Boca y River, compró poco pero bien, con elementos que le serían de alto rendimiento: Insúa, Bianco, Reggiardo, Ludueña y Alfaro Moreno. Entre ellos y los jugadores que ya estaban en el club, Jorge Solari moldeó un equipo que fue un indiscutido campeón. Todo se inició en esta victoria ante Vélez 1-0 en Avellaneda, donde Néstor Clausen, su brillante lateral derecho, saca un centro ante la marca de Raúl “pacha” Cardozo.
El veterano arquero Alberto Vivalda es felicitado por sus compañeros de Ferro luego de ser la figura en la definición por penales, al detener los remates de Gerardo Martino y Sergio Almirón, quedándose el cuadro de caballito con el punto extra que se otorgaba en este torneo a los equipos que se imponían en esta instancia, al haber terminado igualado en los 90 minutos. Fue una experiencia que no prosperó.