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50 años que pasaron rapidísimo

El lunes 12 de marzo de 1973, apenas un día después de la victoria de Héctor Cámpora, Héctor Larrea comenzaba en Rivadavia. Este aviso muestra el inicio de un ciclo inolvidable.

La incomparable década del `60 daba sus primeros pasos, con su bagaje de novedades, en todos los órdenes. En aquel lejano 1961, un joven de 22 años llegado desde su Bragado natal, recibía su carnet de locutor y comenzaba una carrera brillante, que reluce hasta el día de hoy. Aunque uno no lo conozca personalmente, sólo con haberlo escuchado alguna vez, puede sentirse como un amigo de Héctor Larrea.

Su gran pasión era, fue y será la radio. Comenzó en emisoras chicas, con varios programas, hasta que en 1969, por la frecuencia de El Mundo, se inició en forma tímida, un ciclo emblemático, que marcó un antes y un después y que estará por siempre adosado al nombre de Larrea: Rapidísimo.

Héctor Larrea es y fue figura . . . y figurita también

En 1973, llegó la gran oportunidad de jugar en las ligas mayores, cuando se concretó el pase a Rivadavia. Primero en horas de la tarde y luego, a partir de 1975, para ocupar el lugar dejado por el maravilloso “Fontana Show”: de 7 a 12.

Todos los elementos se conjugaron para que Rapidísimo fuera imbatible: una radio indiscutiblemente líder, el carisma de un conductor único y un gran equipo al servicio de esa idea. Con actualidad, información, buena música y humor, llevaban adelante esas cinco horas de lunes a sábado, con total naturalidad. Como gran conocedor del tango, Larrea derramaba su erudición en el tema, con discos propios, poco difundidos.

Junio de 1980. Radio Rivadavia era el líder indiscutido gracias a sus figuras. Aquí ordenadas según el horario que ocupaban en la grilla: Aldao, Larrea, Carrizo, Marconi, Muñoz, González Rouco, Bayón y Marchetti.

En los 18 años que estuvo al aire por el 630 del dial, pasaron por allí, profesionales de la talla de Enrique Llamas de Madariaga, Mónica Gutiérrez y María Laura Santillán, entre otros. Pero el puntal era el humor, de la mano de Mario Sapag, Luis Landriscina (como el cuentista popular “Don Verídico”), Mario Sánchez, el imitador Carlos Russo y el refinado Dr Pueyrredón Arenales, en la voz de Víctor Harriague, confluyendo en sus dos apellidos, los nombres de las calles de la esquina de la radio.

Pero en mi opinión, el gran puntal de Larrea en ese ciclo eran las dos locutoras que siempre lo secundaron: Rina Morán y María Esther Vignola. Versátiles, alegres y con enorme capacidad, contagiaban con sus risas, a todos los oyentes, que se contaban por millones a lo largo del país. Por momentos, parecía un parlante unificado, porque al ir por las calles de cualquier ciudad o arriba de un taxi, siempre estaba Rapidísimo.

Rina Morán y María Esther “beba” Vignola. Las fieles locutoras de Larrea en Rapidísimo. Ellas también eran el sello distintivo del programa.

En estos primeros 50 años con la locución, Héctor Larrea ha recibido infinidad de premios, pero más allá de eso, todos quienes han trabajado con el, guardan el mejor de los recuerdos. Lo mismo que los oyentes. Para mi generación, escuchar la cortina del programa, nos remite al siempre incómodo momento previo antes de salir para el colegio, pero que con Rapidísimo, era un poco más divertido.

En ritmo de chacarera y en la voz de Alfredo Ábalos, la inolvidable cortina de Rapidísimo.